Experta en niñez en emergencia de la organización enfatizó la necesidad de contención que demandan los niños, niñas y adolescentes y la importancia de proporcionar espacios de acogida seguros.
Dada la vasta experiencia en respuesta a emergencias en nuestro país, la organización centrada en la protección de la niñez, entregó una serie de recomendaciones para asistir a niñas, niños y adolescentes (NNA), y sus familias, que resultaron afectados por la tragedia.
Determinar la magnitud de los daños producidos por el incendio y descifrar el estado en que se encuentran las condiciones para garantizar el bienestar y las infancias y su grupo familiar, es parte de los objetivos trazados por la organización no gubernamental, representada por Vanessa Carrillo, Coordinadora de Asuntos Humanitarios y Emergencia.
La especialista señaló que en situaciones como la ocurrida en Valparaíso se incrementan los riesgos en todas las esferas de la vida de NNA, ante un abrupto cambio tras el desastre, con riesgos biológicos, psicológicos o relacionales, ya que muchas veces se tienen que separar de su familia debido a la dinámica de la emergencia. Así, pueden ser víctima de maltrato físico y psicológico, explotación infantil y abuso sexual, pierden los espacios físicos significativos (casa, colegio, plazas, etc), y sufren daños psicológicos que alteran su desarrollo emocional producto de la incertidumbre del escenario actual.
Entre las principales recomendaciones para enfrentar estos riesgos y custodiar la seguridad y el bienestar de los NNA, Carrillo enumeró: Dar a las niñas, niños y adolescentes la oportunidad de hablar sobre lo que pasaron. Animarlos a compartir sus necesidades, preocupaciones y a hacer preguntas. Responderles sinceramente y con información de acuerdo a su ciclo vital.
“Hay que recordar que hay muchas formas de expresar lo que se siente. Dar espacio al sentir diverso (pena, rabia, frustración, miedo, indiferencia, apatía, etc.) Todas las emociones y los tiempos son válidos. Se debe respetar su silencio si es que aún no se encuentran preparados para hablar. Y sobre todo evitar adultizarlos, teniendo las expectativas de que se comporten y se expresen con claridad, y estén a la “altura” de las circunstancias, sin embargo, es de vital importancia procurar que, a pesar de la hostilidad que puedan estar pasando, sigan siendo niños, y somos los adultos responsables de establecer esos espacios ” aconseja Carrillo.
La experta en niñez en emergencia de World Vision advierte, además, sobre la necesidad de limitar la exposición de los menores a la cobertura de los medios de comunicación sobre el desastre y sus consecuencias. Los niños que hayan estado directamente expuestos a un desastre pueden volver a sentirse mal si ven o escuchan algo que les recuerde lo que pasó. Evitar sobre todo noticias falsas y alarmistas, si es necesario corregir la información errónea que tengan del evento.
Finalmente, la experta concluyó: “anímelos a tomar medidas directamente relacionadas con el desastre para que sientan que están en control. Por ejemplo, los adolescentes pueden ayudar a otros después de un desastre, al ofrecerse como voluntarios para ayudar a la comunidad o a los miembros de la familia en un ambiente seguro. Por razones de salud y seguridad, los niños, niñas y adolescentes NO deben participar en actividades de limpieza después de un desastre”.
“Todas y todos, desde el gobierno local, estado y sociedad civil, tenemos que velar por la seguridad, integridad y respeto por los derechos de la infancia”, concluyó Carrillo.