El creciente y asequible acceso a internet por parte de niños, niñas y adolescentes ha llevado a un aumento positivo de la comunicación entre éstos y su mundo. Sin embargo, también ha acarreado el aumento de intimidaciones o agresiones intencionales y continuas a través de diferentes medios digitales, conocido como Ciberacoso. A esas agresiones se le suma el anonimato y el abuso de poder de quien agrede y una falta de apoyo social, miedo, culpa y vergüenza de quien recibe los malos tratos. Ante esa sumatoria de riesgos, las consecuencias sobre la salud física y mental de los niños son realmente devastadoras.
En cuanto el ciberacoso comienza, es necesario y urgente ofrecer ayuda inmediata a los niños y las niñas, vinculándolos con su familia o con adultos de confianza que puedan asegurarles protección. Concretamente:
Para evitar que se llegue a esto, es importante que primero los adultos conozcamos y aprendamos a usar las redes sociales e informarlos acerca de su correcto uso; comprender que no son aptas para todas las edades, que deben interactuar con personas que conozcan, que son útiles para divertirse, informarse y comunicarse; no así para hacer ni recibir malos tratos. Además, que toda situación que los haga sentir incómodos o con dolor (físico o emocional), es una señal de alerta de que deben salir de allí y pedir ayuda.
Nuestro trabajo como adultos es importante, pues las fotos que publicamos de nuestros niños, sus datos personales, sus hitos, sus aciertos o desaciertos son informaciones valiosas e íntimas que no deben ser publicadas abiertamente. Considerando aquello, es que seremos los mejores ejemplos para ellos y ellas; necesitamos a todo el mundo para eliminar el ciberacoso contra nuestros niños y niñas.
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